Género, Juventud y Caficultura
El café es un producto que integra a miles de personas en todo el mundo. Su importancia económica radica tanto en el hecho de ser un producto altamente comercializado, como en ser el medio de sustento para miles de familias de productores en América Latina y Centroamérica. La volatilidad de los precios y las variaciones de las cosechas afectan no solo a los productores sino también a los trabajadores rurales, empleados de grandes plantaciones y pequeñas unidades de producción familiar.
Desde la introducción del café en Centroamérica, la caficultura ha desempeñado un rol importante en la economía de los países en vías de desarrollo, que a pesar de estos beneficios, esta actividad está relacionada a profundos problemas sociales como: el trabajo infantil, la marginación de género y las malas condiciones en las que laboran los trabajadores en la cadena productiva de café, así como la degradación del medio ambiente debido a la contaminación ambiental que causan las aguas mieles, la pulpa de café y otros residuos cuando estos no reciben un tratamiento adecuado.
Dadas las características del sector rural en Centroamérica, donde prevalecen unidades productivas de pequeño tamaño aun cuando los niveles de pobreza afectan a hombres y mujeres del sector cafetalero, es importante destacar que la desigualdad de género hace aún más difícil que las mujeres y sus familias puedan salir de la pobreza o mejorar su posición en la cadena de valor del café. Con frecuencia, las familias productoras, no obtienen ingresos suficientes para satisfacer las necesidades básicas alimenticias, si consideramos la distribución a lo interno de las familias, la desigualdad es mayor, provocando un déficit de alimentos que inciden en baja desnutrición y aumenta la vulnerabilidad social y económica de las familias. Por otro lado, las mujeres productoras enfrentan carencia de recursos económicos, por falta de financiamiento para echar a andar la producción de sus parcelas de café, los problemas de salud, ocasionados por mala alimentación y las condiciones precarias de sus viviendas.
Para hacer frente a estos retos, varias organizaciones se han formado y programas han sido desarrolladas e implementadas en Centroamérica para mejorar la situación de la mujer y los jóvenes en la cadena de valor, proporcionando financiamiento o asistencia técnica, promoviendo asociación y organización. Aquí destacamos unos proyectos e iniciativas en específico.
Partners of America y Heifer International con apoyo de la Agencia de Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) a través del Proyecto EDUCA FUTURO [1] en el área cafetalera de Panamá para la adopción de estrategias inclusivas que ayudan a prevenir el trabajo infantil en el cultivo del café.
La iniciativa del IICA, PROMECAFE y la Universidad de Emory sobre la adopción de la Guía de Transacción de Cafés Especiales [2] para apoyar a mujeres productoras a través del programa Granos que Empoderan [3] ayudan a las mujeres medir la calidad de su café y acceder a mercados para cafés especiales.
El trabajo de TRIAS Centroamérica que apoya la participación de la mujer desde un rol de liderazgo a nivel comunitario con la formación de mujeres lideresas en la cadena del café y la inclusión de jóvenes desde el programa “parcelas generacionales”.[4]
El Proyecto de Café Resiliente en Centroamérica respaldado por USAID e implementado por el Sistema Universitario Texas A&M que se enfoca también en la juventud y mujeres con el desarrollo de capacidades de gestión y diversificación de medios de vida.[5]
El trabajo de la Alianza Internacional de Mujeres en Café/International Women’s Coffee Alliance (IWCA) [6] en Brasil, Guatemala, Perú, y México. IWCA apoya iniciativas para mejorar la representación de la mujer en la cadena de valor proporcionando información para acceder a los mercados, apoyando el liderazgo ambiental y la asociación en grupos de base encargados de proveer insumos y servicios para dar voz a las mujeres y a las comunidades que trabajan en la cadena de café en la región.